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La aparición del libro Jujuy, laboratorio de represión, editado por CLACSO (Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales), es una balsa a la que aferrarse en tiempos de inundación de locura y desasosiego. Las autoras, Elizabeth Gómez Alcorta y Valeria Vegh Weis, son abogadas con un respaldo académico y laboral que impresiona por su vastedad y diversidad.
Dividido en capítulos que nos ayudan a entender el porqué de muchas decisiones que se producen en el Poder Judicial y las consecuencias que generan en la sociedad. Personas que no han sido elegidas por el voto popular forman la columna vertebral de este poder que toma decisiones y causa acciones que son decisivas en el devenir de la sociedad.
El libro tiene dos prólogos: uno escrito por quien se ha transformado en el emblema de la arbitrariedad jurídica, Milagro Sala; el otro prólogo lo escribe Nahuel Morandini. Además, el ex juez de la Corte Suprema de Justicia, Raúl Zaffaroni, escribe un posfacio que le da un broche de oro al libro.
Milagro Sala hace una descripción de la organización Tupac y, sin medias tintas, dice: “Surgió cuando los partidos más fuertes se ocuparon de destruir el país. Nos defraudaron a nosotros y a la patria”. Hace una autocrítica diciendo que les faltó preparación política para defender lo que tenían, lo que habían construido. Este pensamiento lo repite Álvaro García Linera cuando dice que con la militancia no alcanza, que hay que “meter” política en cada decisión.
Nahuel Morandini, que fue detenido por opinar sobre la vida privada de Gerardo Morales, hombre fuerte de Jujuy, hace una descripción con humor sobre su situación diciendo que pasó: “de ser un ignoto trabajador estatal preocupado por el crecimiento desmedido de los yuyos del jardín a un peligro para la sociedad en su conjunto”.
Conmueve con una poesía escrita en el encierro:
6 de enero de 2024, amanece
Lo sé por el canto
de los pájaros
Pronto sonará el timbre
y con él
los pasos del verdugo
que nunca sabré por dónde andan
Pero sé por dónde andan los míos
camino sobre seis baldosas
y en cada vuelta que doy sumo doce
que es lo mismo que recorrer cuatro como ochenta metros
recién amanece
y llevo caminado mil kilómetros
Nahuel Morandini describe el padecimiento a manos del fiscal Rondón, que funge de partenaire del poder político cuando, mediante una sentencia ejemplificadora, usa el terror como método para disciplinar. En medio del proceso contra Morandini, un empleado preguntó cómo identificar a los implicados en el caso. La respuesta fue: “Los amigos serán todos los que hablen del caso”.
“Un tweet escrito en tono satírico sobre un chisme de pueblo” fue tipificado con argumentos usados en los juzgamientos de delitos de lesa humanidad para encarcelar con prisión preventiva a Nahuel Morandini.
El recorrido que hace el libro por una parte de la historia reciente de Jujuy, enfocada en el gobierno que llevó adelante Gerardo Morales de diciembre de 2015 a diciembre de 2023, sirve de marco conceptual a lo que ocurrió y ocurre hoy en el ámbito federal.
Punitivismo neutralizador es la herramienta fundamental que las autoras describen para la sobrecriminalización del sistema penal, dirigido a suprimir cualquier oposición a las decisiones del gobierno. Esta acción tiene como destino cualquier organización colectiva o acción individual, sea de forma espontánea u organizada. Todo ello con la excusa de garantizar la gobernabilidad de un determinado territorio, a expensas de derechos constitucionales y del diálogo democrático.
Un ejemplo demoledor de cómo se dirimen los asuntos políticos en la arena judicial, en varios países de la región, es la sustitución de la muerte física, producto de los golpes militares, por la muerte política, aquella que hace desaparecer la posibilidad de participar libremente de los actos eleccionarios. Esta muerte política es producto de la transferencia de poder de las instituciones representativas a los órganos judiciales, algo que Abdo Ferez nombra como “juristocracia”.
Los casos emblemáticos de esta situación son, en Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, y Lula Da Silva en Brasil. Pero, por sobre todo, el libro se encarga de fijar la mirada en el caso de Milagro Sala, presa política de la democracia, una mujer a la que la Justicia ha sometido a los más burdos argumentos para mantenerla en prisión. La política y los políticos, en muchos casos, han mirado para otro lado.
Este libro hace un recorrido por el calvario jurídico y personal de Milagro Sala y, a la vez, sirve de ayuda, en sus ocho capítulos, para desenredar la madeja que es el Poder Judicial en Argentina.
La Justicia debe recuperar la función, el prestigio que permita confiar en que las decisiones que tome serán producto de la aplicación de la ley, y no de compromisos y carpetas hamacándose sobre las cabezas de los encargados de dictar una sentencia.
Sergio Peralta
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