Por Redacción La Redada

El Glaciar Perito Moreno, uno de los íconos naturales más emblemáticos de la Argentina y del mundo, está atravesando una transformación alarmante. Lejos de su fama como “glaciar en equilibrio”, en los últimos años comenzó a evidenciar señales de deterioro estructural que confirman un diagnóstico que los científicos venían evitando: su retroceso se volvió irreversible.
Según confirmó el ingeniero geofísico y glaciólogo Pedro Skvarca en una reciente conferencia en el Glaciarium de El Calafate, el Perito Moreno perdió 1,92 km² de superficie en los últimos siete años, el equivalente a 320 canchas de fútbol. Este retroceso se acompaña de un adelgazamiento acelerado, cambios en su morfología y desprendimientos de gran volumen, tanto en el frente sobre el lago Argentino como en su base subacuática.
El diagnóstico de un experto
Pedro Skvarca, de 81 años, es una de las mayores autoridades mundiales en glaciología patagónica. Formado en la UBA y en la Universidad de Cambridge, lleva más de tres décadas monitoreando el Perito Moreno y hoy dirige científicamente el Glaciarium, un centro de interpretación glaciológica reconocido internacionalmente.
Durante su exposición, Skvarca identificó cinco factores clave que explican la nueva fase de retroceso:
- Calentamiento atmosférico sostenido, con un incremento de 1,2°C en las últimas tres décadas durante los veranos.
- Morenas frontales subacuáticas descubiertas en 2023, que revelan hasta dónde llegaba el glaciar históricamente.
- Aceleración del flujo de hielo superficial, que intensifica los desprendimientos.
- Disminución del espesor del glaciar a una velocidad sin precedentes.
- Pérdida del anclaje rocoso, que podría desencadenar una fase de retroceso aún más abrupta.
En sus palabras, “el proceso de retroceso es irreversible si se mantienen las condiciones climáticas actuales”. El glaciar, que durante décadas mantuvo un equilibrio sorprendente a nivel mundial, entró desde 2018 en una etapa de declive que se agrava año a año.
La evidencia visual
En las últimas semanas, guías turísticos, fotógrafos y guardaparques comenzaron a advertir desprendimientos masivos tanto en el frente como en la base del glaciar. Uno de los cambios más notorios fue la aparición de un socavón en la cara norte, visible incluso para los turistas desde las pasarelas. Comparando imágenes satelitales del 6 de mayo de 2025 con las de mayo de 2018, se observa una retracción frontal clara, particularmente en el canal de los Témpanos y en el Brazo Rico.
El monitoreo continuo permitió documentar que entre 2018 y 2022, el glaciar perdió 4 metros de espesor por año en ciertas zonas, y esa tasa se duplicó a 8 metros anuales en los últimos dos años. Esto implica una pérdida total de 31 metros de espesor en apenas siete años, algo que confirma que la estructura del glaciar está entrando en una fase de desequilibrio crítico.
Tecnología para entender la urgencia
Ante la gravedad de los cambios, el Parque Nacional Los Glaciares anunció la realización de un nuevo relevamiento con drones, que servirá para captar imágenes de alta resolución y medir con precisión los desplazamientos, erosiones y desprendimientos. Esta iniciativa, coordinada por el equipo de Skvarca, permitirá evaluar la situación a corto, mediano y largo plazo.
El objetivo principal es determinar si el glaciar ha perdido por completo su anclaje con el lecho rocoso, lo que lo dejaría expuesto a un retroceso descontrolado, siguiendo el patrón de glaciares vecinos como el Upsala y el Viedma, que ya entraron en colapso acelerado en décadas anteriores.
Cambios irreversibles y una memoria que se borra
La historia glaciológica del Perito Moreno muestra que hasta 2018 había logrado un equilibrio poco común, manteniendo su volumen con relativa constancia desde principios del siglo XX. Sin embargo, las nuevas mediciones lo colocan en un punto crítico.
Una de las comparaciones más impactantes se realizó en el perfil Buscaini, a 8 km del frente del glaciar. Allí, en 1996, se había documentado un espesor determinado. En noviembre de 2024, al repetir la medición, se comprobó que el glaciar se había adelgazado casi 25 metros, a una tasa de 0,86 metros por año. Más cerca del frente, la pérdida es aún mayor, lo que pone en evidencia una degradación estructural sin precedentes.
A esto se suman los desprendimientos de base (subacuáticos), un fenómeno particularmente preocupante porque afecta el sostén mismo del glaciar desde abajo, debilitando su resistencia a la presión ejercida por el lago Argentino.
Un símbolo del cambio climático
El Perito Moreno no es solo una atracción turística de escala mundial; es también un indicador clave del cambio climático global. Su actual retroceso, documentado en tiempo real, es una evidencia contundente del impacto del calentamiento global en los ecosistemas de alta montaña.
Lo que antes se veía como un glaciar resiliente y “en equilibrio”, ahora es un caso de colapso glaciológico en curso. Los científicos coinciden: si no se modifican radicalmente las emisiones globales y las políticas ambientales, este proceso no solo continuará, sino que se repetirá en otros glaciares de la región.
El retroceso del Perito Moreno es más que un dato técnico: es una señal de alarma global. Pedro Skvarca, con la sabiduría de décadas caminando sobre hielo, lo resume sin eufemismos: “El glaciar está perdiendo su forma, su volumen y su estabilidad. Y eso, para un cuerpo de hielo milenario, es prácticamente una sentencia”.
La pregunta que queda es si este proceso irreversible será, al menos, una advertencia que movilice conciencias antes de que se derritan también las posibilidades de revertir el daño.