La ciencia, Señor Presidente, no es un lujo

Por Carolina del Valle Garay

“La ciencia no es un lujo”, la emotiva carta abierta de una astrónoma sanjuanina a Milei para pedir que no cierren el proyecto del radiotelescopio CART. Imagen: Redes sociales

Desde un rincón de San Juan, una astrónoma le escribe al presidente Milei y desnuda, sin golpes bajos, lo que se juega cuando el país desfinancia la ciencia: no solo empleos, sino sueños. Carolina del Valle Garay científica de datos y docente universitaria, criada en la pobreza, hoy defiende el proyecto CART, símbolo de soberanía tecnológica y esperanza argentina.


Mi nombre es Carolina del Valle Garay, le escribo desde San Juan, desde el corazón de una provincia que ha sabido mirar al cielo incluso en los momentos más difíciles. Soy astrónoma, científica de datos y docente. Antes de hablarle sobre el tema principal de esta carta quiero contarle un poco de mí.

Provengo de un departamento alejado de San Juan, 25 de Mayo. Fui criada por mis abuelos paternos porque mi madre biológica nos abandonó a mi hermano y a mí cuando yo tenía apenas dos años. Crecí en una familia que me dio lo que pudo, con muchas carencias económicas que nos llevaron, por ejemplo, a tener que asistir a comedores infantiles. Cuando era chica me daba vergüenza ser pobre, pero hoy lo cuento con orgullo. A pesar de todo, pude estudiar gracias al apoyo de mi familia y de las instituciones educativas a las que asistí, especialmente el Colegio Nuestra Señora de la Consolación.
Imagine usted una persona pobre que quiere ser científica; esa persona fui yo. Creo que me aferré al estudio porque era algo que nadie podía quitarme.

En ese sueño de ser científica decidí estudiar Astronomía, una carrera que requiere tener aptitudes para la Física y la Matemática. Ingresé y me iba muy bien hasta que mis abuelos fallecieron al finalizar el primer año. Dejé la carrera tres veces: por el nacimiento de mis dos hijos, por la muerte de mi hermano y por el fallecimiento del papá de mis hijos. Llegar a ser astrónoma ha sido un valle de lágrimas y quizá, si yo hubiera contado lo que estaba viviendo, podría haber recibido algo de ayuda. Pero me daba vergüenza. “Vergüenza hay que tener para robar”, decía mi abuela. Por eso hoy le escribo esta carta abierta.

Le aclaro que no fui una estudiante crónica o cómoda; tuve muy buen desempeño académico. Logré recibirme en el año 2019, con 36 años. Luego vino el doctorado, y como quedé afuera del CONICET, tuve que pagarlo con mi trabajo. Sepa que no me acobardan los retos, hago frente a todo. En 2022, a la par del doctorado, hice una diplomatura en Ciencia de Datos en la Universidad Nacional de Córdoba, y en 2023-2024 realicé la carrera completa de Ciencia de Datos en una academia tech, pensando sinceramente en dejar la ciencia y buscar oportunidades en empresas extranjeras. Decidí hacer el último curso de posgrado para despedirme de la Astronomía, y fue en Radioastronomía. Jamás imaginé lo que vendría al finalizar ese curso.

Los doctores Ana María Pacheco y Ricardo Podestá, quienes son los referentes del proyecto CART, me propusieron ser parte del mismo. Desde el 1 de noviembre de 2024 formo parte de su maravilloso equipo; durante todos estos meses he desarrollado el software que monitorea las condiciones meteorológicas diarias en la estación y también estoy trabajando junto a un equipo de ingenieros en el desarrollo del backend digital del radiotelescopio. Soy la única mujer que está escribiendo código Python en GPU en este momento; ese es mi fuerte.

CART no es solamente una antena de 40 metros de diámetro que se alza en el cielo de Barreal; es un símbolo de lo que somos capaces de hacer cuando la ciencia y la educación pública se unen al esfuerzo personal. En cada línea de código que escribo siento que estoy contribuyendo, desde un rincón de San Juan, a un proyecto que posiciona a la Argentina en la frontera del conocimiento mundial. Detrás de cada avance hay días y noches de trabajo, de pruebas, de errores, de aprendizaje. Nadie me regaló nada. Todo lo que logré fue con esfuerzo, con convicción y con amor por la ciencia. Y a pesar de las dificultades sigo creyendo en este país. Sigo creyendo que la educación pública, la universidad nacional y la ciencia argentina pueden cambiar destinos.

Por eso me duele profundamente la incertidumbre que hoy atraviesa el proyecto CART. En los últimos meses los medios han difundido versiones falsas que buscan poner en duda la continuidad de esta obra que pertenece al pueblo argentino, diciendo que es un proyecto militar para espionaje. Yo estoy ahí, todos los días, trabajando con mis compañeros, y puedo asegurarle que CART es un proyecto ciento por ciento científico.

En este sentido, el proyecto no es un símbolo político, sino la prueba de que la Argentina puede construir conocimiento de frontera, y también cooperar con el mundo sin perder soberanía. Lo que está en juego no es solo la antena, sino lo que representa: la posibilidad de que los niños de los pueblos más pequeños estudien, crean que también ellos pueden llegar lejos, que el conocimiento sea una opción real.

Le pido, con profundo respeto y con todo el amor que tengo por este país, que nos permita terminar lo que empezamos. Que no se apague la esperanza de quienes creen que el conocimiento es la mejor forma de libertad. Que no se frene una obra que ya está avanzada y que lleva el nombre de la Argentina al mundo con orgullo.
Yo, que nací de la pobreza y aprendí que los sueños se construyen con esfuerzo, estoy convencida de que este país aún puede levantarse sobre sus propios pies. Que la ciencia, Señor Presidente, no es un lujo, sino que es la herencia más valiosa que podemos dejarle a las próximas generaciones.

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