Francia y un coscacho que descomprime: Macron, Brigitte y la tormenta política francesa

Por Diario La Redada

En la escena pública, los gestos privados pueden transformarse en herramientas de distracción masiva. El reciente episodio protagonizado por el presidente francés Emmanuel Macron y su esposa, Brigitte Macron, durante su llegada oficial a Vietnam, ha dado la vuelta al mundo. Lo que para algunos fue un gesto de complicidad, para otros fue una cachetada sin alegorías. Rapidamente se hizo viral sirviendo como cortina de humo para desviar la atención de una situación política cada vez más frágil para el mandatario.

La imagen viral muestra a Brigitte colocando su mano con firmeza sobre el rostro de Macron, justo antes de descender del avión presidencial. Aunque él respondió con naturalidad y sin perder la compostura, el gesto provocó una ola de interpretaciones: desde tensiones matrimoniales hasta un simple juego cónyuge. El Palacio del Elíseo intentó minimizar el hecho, calificándolo de “broma entre esposos”. Sin embargo, la atención mediática fue inmediata y abrumadora.

Macron no es ajeno al manejo de los tiempos mediáticos. Y si bien no se puede afirmar que el gesto haya sido deliberado, lo cierto es que le ha venido como anillo al dedo. Mientras las redes ardían con memes y comentarios sobre el “bofetón presidencial”, se diluía la cobertura sobre una serie de conflictos políticos que están erosionando su autoridad.

Desde las elecciones legislativas anticipadas de 2024, Macron navega una crisis interna de proporciones considerables. Su partido, Renacimiento, perdió la mayoría parlamentaria, y la coalición de izquierda Nuevo Frente Popular (NFP) se alzó con una mayoría relativa. La negativa de Macron a nombrar como primera ministra a Lucie Castets, candidata del NFP, abrió una grieta institucional que derivó en una mocion de destitución impulsada por La Francia Insumisa. Aunque dicha mocion no prosperó, el episodio dejó huellas profundas en la opinión pública y en las relaciones entre los bloques.

Para contener la crisis, Macron designó al centrista François Bayrou como primer ministro, pero la maniobra no terminó de convencer ni a la izquierda ni a parte de su propio electorado. El desgaste político es visible y la fragmentación parlamentaria lo obliga a una constante negociación. En este contexto, cualquier distracción mediática puede ser una bendición.

No es sólo en casa donde Macron enfrenta fricciones. Su relación con la Unión Europea atraviesa un momento delicado. Recientemente, el presidente francés solicitó la eliminación de ciertas regulaciones de la ley de cadena de suministro ética, argumentando que afectan la competitividad de las empresas europeas. El pedido ha sido recibido con frialdad por parte de varios aliados del bloque, que lo consideran una concesión a los intereses del ala más conservadora y empresarial de Europa. La postura de Macron ha generado incomodidad en Bruselas y tensiones con países como Alemania y Países Bajos, donde se percibe como un giro hacia la derecha económica.

Pero el escenario internacional le brinda a Macron una oportunidad para reconfigurar su imagen. Su visita a Asia tiene un objetivo estratégico: reforzar la presencia francesa en el sudeste asiático y contrarrestar la influencia creciente de China en la región. Durante su paso por Vietnam, Indonesia y Singapur, el presidente ha promovido acuerdos en defensa, energía nuclear y comercio. Además, busca posicionarse como un líder europeo capaz de establecer alianzas fuera del eje tradicional euroatlántico.

Esta estrategia también responde a otro frente de tensión: la relación con Estados Unidos. Tras el retorno de Donald Trump a la presidencia, Macron ha endurecido su discurso ante la imposición de aranceles a productos europeos. Llegó incluso a pedir la suspensión de inversiones francesas en EE.UU. mientras duren estas medidas. A pesar de algunos gestos diplomáticos recientes, las relaciones bilaterales siguen marcadas por la desconfianza.

Con Rusia, la posición de Macron es firme: exige un alto el fuego incondicional en Ucrania y acusa a Putin de mentir sobre su voluntad de negociar. Francia ha sido uno de los principales impulsores de nuevas sanciones y de la asistencia militar a Kiev, alineándose con la OTAN pero también intentando preservar cierta autonomía estratégica.

En este entramado de tensiones internas, reproches europeos y alianzas inciertas, el incidente del “bofetón” adquiere un valor simbólico inesperado. Ha desplazado, aunque sea por unos días, los focos críticos que apuntaban a la debilidad del presidente. En un momento de sensibilidad extrema, donde cada gesto se interpreta como una declaración de principios o una muestra de poder, el roce marital de Brigitte puede haber sido el alivio que Macron necesitaba.

Porque si esto le saca presión a Macron de todos los flancos que lo atacan, él bien sabe que hubiera preferido más que un bofetón, una buena piña en la cara.