Un video filtrado y una ola de arrestos en plena vía pública revelan el funcionamiento encubierto de un centro de detención migratoria en la corte de Manhattan. Migrantes son apresados al acudir a sus audiencias, gaseados con pimienta y trasladados en furgones. Las denuncias crecen y la pregunta ya no es si sucede, sino cómo se permite.
“Esto no es un centro de detención”, pero lo parece
Las imágenes difundidas por la Coalición de Inmigración de Nueva York muestran lo que hasta ahora se negaba públicamente: el centro de inmigración ubicado en Manhattan estaría funcionando de facto como un centro de detención.
El video, grabado por un inmigrante que acudió a su cita con el USCIS (Servicio de Ciudadanía e Inmigración), muestra a unas 30 personas compartiendo un solo inodoro, sin camas, durmiendo en el suelo con mantas de aluminio y con escaso acceso a alimentos. Según activistas y funcionarios estatales, habría al menos cuatro habitaciones con más de 100 personas en condiciones similares, sin ventilación, sin duchas y sin contacto con el exterior.
Haais, la entidad que administra el edificio, insiste en que se trata de un centro de procesamiento, no de detención. Por eso impide el ingreso de congresistas o veedores independientes. Pero las condiciones denunciadas y las imágenes obtenidas desmienten ese discurso.
Arrestos, gas pimienta y violencia institucional
Mientras las imágenes del encierro ilegal recorren redes y medios, las calles de Manhattan también se convirtieron en escenario de represión. En las últimas horas, agentes de ICE detuvieron a decenas de migrantes que se presentaban voluntariamente a sus citas judiciales, con órdenes de deportación acelerada ya preparadas.
Activistas que intentaron impedir los traslados fueron rociados con gas pimienta, sin advertencia previa. Siete personas fueron alcanzadas por el químico, entre ellas una mujer embarazada que cayó tendida sobre la vereda, gritando: “Me echaron el spray sin decir una palabra, me duele”.
Las camionetas fueron bloqueadas por manifestantes, mientras los agentes federales retrocedían ante la resistencia organizada de los grupos de defensa de migrantes. “Mis ojos están quemando, no tengo miedo, pero no me siento bien”, dijo una mujer, secándose las lágrimas químicas con la mano.
“Esto no es democracia”, gritó otra ciudadana entre carteles. “Quiero usar mis privilegios como ciudadana para proteger a los demás”.

Terror como estrategia y deportaciones encubiertas
Organizaciones de derechos humanos denunciaron que esta táctica de arrestos masivos apunta a infundir miedo en las comunidades migrantes para que no se presenten más ante la justicia. Según los activistas, eso constituye una forma de “terrorismo estatal”, cuyo objetivo es instalar el pánico, desmovilizar y acelerar deportaciones sin defensa.
“Esto es un contexto de terrorismo”, dijo una referente. “Terrorismo significa poner miedo, y eso es lo que están haciendo: miedo para que la gente no se presente”.
Algunos detenidos golpeaban los vidrios de las camionetas mientras las cámaras registraban la escena. Muchos sabían que al presentarse estaban cumpliendo con la ley. Hoy, quizás, se estaban despidiendo de su último sueño americano.
Cierre
Lo ocurrido en la corte de Manhattan y sus alrededores expone un sistema que castiga la legalidad y reprime la dignidad. Personas que solo querían cumplir con la ley terminaron gaseadas, detenidas o deportadas. Lo que era un rumor, hoy se ve en video: un centro de detención no declarado, activistas heridos, embarazadas derribadas en la calle y migrantes ocultos bajo mantas de aluminio. La democracia, cuando se basa en el miedo, deja de serlo.
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