¿Comenzó la Tercera Guerra Mundial?

“No estoy seguro con qué armas se librará la Tercera Guerra Mundial, pero en la Cuarta lucharán con palos y piedras.”
Albert Einstein, entrevista de Alfred Werner publicada en Liberal Judaism, 1949.

Donald Trump: “Las principales instalaciones de enriquecimiento nuclear de Irán han sido total y completamente destruidas” (REUTERS/Carlos Barria)

Introducción

El reciente ataque de Estados Unidos a las instalaciones nucleares de Irán representa un giro inesperado en el tablero geopolítico. No solo por el blanco —Irán—, sino porque fue una acción unilateral por parte de EE.UU., que estaba fuera del conflicto directo entre Israel e Irán. El 21 de junio de 2025, bajo orden de Donald Trump, se bombardearon tres instalaciones nucleares clave: Fordow, Natanz e Isfahán. Según declaraciones oficiales, fueron “total y completamente destruidas”, incluyendo la planta subterránea de Fordow. La operación buscó neutralizar el programa nuclear iraní y advertir que este es un “momento de paz o tragedia”.

Con esto, la guerra deja de ser regional, y los que opinaban desde afuera ahora forman parte directa e irreversible, trasladando el conflicto a una escala global. En este contexto, Argentina, con un gobierno que se alinea incondicionalmente con Washington, queda peligrosamente cerca de involucrarse.

La Unión Europea ha respondido con llamados a la moderación y el diálogo. Francia, Alemania e Italia se manifestaron en contra del uso de la fuerza y a favor de reanudar el acuerdo nuclear con Irán (JCPOA). China y Rusia condenaron el ataque como violación del Derecho Internacional y pidieron intervención de la ONU. Mientras tanto, el Reino Unido reconoció el riesgo nuclear, pero se despegó de la acción militar.

¿Qué hará Argentina?

El actual gobierno argentino no tiene mucho apego a la idea de patria y argentinidad (expresado reiteradamente por sus integrantes). Por eso, difícilmente puedan entender la idiosincrasia del pueblo argentino. Ellos son extranjeros en su propia patria.

Lo que sí tienen es un apego a lo bélico, a lo simbólicamente impulsivo, a las formas violentas, al gusto a lo militar. Por lo tanto, no es descabellado ni inverosímil pensar en que el gobierno de Javier Milei, con Patricia Bullrich, la más belicista de todas, a su lado, intente capitalizar este conflicto como una especie de gesta heroica, buscando una oportunidad para desviar la atención de la crisis interna y generar un falso patriotismo. Algo en lo que claramente el pueblo no caerá: prestar su patriotismo a una causa foránea, salvo en el oscuro mundo de Twitter.

De hecho, todavía no se había dispersado el humo en Irán cuando el gobierno argentino ya había respaldado la ofensiva contra ese país, en una guerra completamente ajena a nosotros: en el tiempo, en lo estratégico, en lo territorial, y con implicancias que difícilmente comprendamos cabalmente desde tan lejos.

Una guerra de ellos, no nuestra. Un conflicto que viene de larga data, con raíces tanto políticas como religiosas desde el siglo VII, intensificadas en el siglo XX por la creación del Estado de Israel en 1948, que no nos concierne ni estratégica ni históricamente.

Esta situación es compleja por lo que implica a nivel de relaciones geopolíticas internacionales. Quien piense que Irán se va a quedar con los brazos cruzados, y no solo atacar de nuevo a Israel, sino al corazón de Estados Unidos, está equivocado.

Por eso mismo, Estados Unidos le acaba de regalar una guerra mundial al planeta, en esta época donde la derecha avanzó en el mundo —por ejemplo, Italia (Giorgia Meloni), Hungría (Viktor Orbán), Polonia (Andrzej Duda), India (Narendra Modi), Turquía (Recep Tayyip Erdoğan)—.

La postura del gobierno argentino parece ser clara: tomar parte en una posible guerra. Primero lo hará dialécticamente, pero tarde o temprano lo hará con armas y tropas. El gobierno no parece ser capaz de comprender el profundo rechazo que esto le va a traer, porque Argentina, con toda su grieta y demás, detesta el conflicto bélico. No solo lo establece nuestra Constitución —que incorpora tratados internacionales como el Pacto de San José de Costa Rica—, sino que en la práctica no somos un país de guerras.

Nunca está de más recordar que la guerra de Malvinas fue una estrategia de Galtieri, reconocido alcohólico a la cabeza de una dictadura en retirada. En aquel momento se buscaba ocultar lo sucedido en los años de gobierno de facto, desviando la mirada de un pueblo cada vez más incisivo y buscando una salida épica para una dictadura decadente.

La situación de las Malvinas estaba siendo tratada —aunque de forma limitada— por la vía diplomática, pero fueron a prepotear a Inglaterra, a cargo de Margaret Thatcher, quien utilizó esto como su gran oportunidad, ya que enfrentaba una crisis interna producto de huelgas mineras y desempleo récord. Encontró en la guerra una ocasión para reposicionarse políticamente y desviar la mirada de las consecuencias nefastas del neoliberalismo.

Milei es un bravucón, y sabemos, por decenas de entrevistas públicas, que a la primera situación que lo saca de quicio se vuelve violento. Y en ese estado no logrará entender el alcance de sus actos. Sin contar que su séquito, son quizá más violentos y belicistas que él.

Ya no podemos mirar para otro lado. Hace unos días (20 de junio de 2025), en una entrevista, Milei declaró a Irán “enemigo de la Argentina” y vinculó al país persa con los atentados de los años ’90. Esta declaración sella el apoyo de Argentina a una de las partes en un conflicto global y deja abierta la posibilidad de futuras intervenciones, aunque sean simbólicas.

Petróleo, historia y consecuencias

Estados Unidos es el bully, pero el dueño de la pelota sigue siendo Irán. Si se enoja y cierra el Estrecho de Ormuz, realmente la situación puede llegar a empeorar para todo Occidente.

Mapa del Estrecho de Ormuz

Es quizá el punto geopolítico estratégico más importante del planeta, y está bajo los ojos —y los misiles— de Irán. Aunque no tiene soberanía exclusiva sobre la zona, su ubicación le otorga capacidad militar para bloquear el estrecho en caso de conflicto. Por el Estrecho de Ormuz pasa aproximadamente 1 de cada 5 barriles de petróleo del mundo. Según cifras de 2024, más de 20 millones de barriles por día atraviesan ese lugar.

El petróleo de Arabia Saudita, Kuwait, Irak, Qatar, Emiratos Árabes Unidos y Bahréin sale por ahí en barco.

Estados Unidos hizo enojar a Irán, que, si quisiera, podría cerrar ese paso marítimo y detener el flujo de petróleo hacia Occidente. Esto es algo que, en la historia, ya se vivió y por causas muy similares: en 1973 se produjo la sorpresiva guerra de Yom Kipur (Egipto y Siria atacaron a Israel, y EE.UU. dio apoyo militar a Israel), lo que llevó a los países árabes de la OPEP, agrupados en la OAPEC (Organización de Países Árabes Exportadores de Petróleo), a subir el precio como represalia contra EE.UU. y algunos países de Europa por apoyar a Israel.

En aquella época, en 1973, los países encargados del petróleo subieron el precio, y Occidente entró en crisis energética.

Conclusión provisoria

¿Estamos ante el inicio de una Tercera Guerra Mundial o tan solo es un movimiento telúrico geopolítico? Pasarán semanas, quizá meses o años, para saberlo.

Lo cierto es que Argentina entra en esta disputa sin comprenderla. Solo por devoción ideológica podría convertir al pueblo en carne de cañón de una historia que no conoce, no leyó y que no le pertenece.

Lamentablemente, ya no es cuestión de querer o no querer: el bombardeo de Estados Unidos a la base iraní es el comienzo de algo terrible. Nada bueno, nada pacífico, nada tranquilo podemos esperar. No podemos tampoco esperar que nuestros dirigentes estén a la altura de tan terrible situación.

No solo eso, sino que hay que rogar que no tiren más sal a la herida, algo que muy posiblemente suceda los proximas semanas.

Recuerdo las discusiones en los ’90 sobre el desarme nuclear, cuando se planteaba qué sucedería el día de mañana si algún loco tuviese acceso al poder nuclear. Ojalá nunca tengamos una respuesta a esa pregunta, pero los políticos parecen querer responderla a toda costa.

Fernando Chinellato

Fernando Chinellato
+ posts

Profesor de música y estudiante de Filosofía. Creador de La Redada Diario.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *