
(Cuando las llamas no parecen ser casualidad)
La reciente explosión en un depósito de almacenamiento en Tristán Suárez, Ezeiza, que afectó a material de Iron Mountain, ha encendido todas las alarmas en Argentina. El siniestro no es un simple accidente logístico, sino la resonancia de un patrón macabro que ha marcado la historia de esta multinacional en el mundo, cuya promesa de custodiar lo irremplazable se ha visto recurrentemente traicionada por las llamas.
Iron Mountain Incorporated es una de las principales empresas mundiales de almacenamiento de documentos: custodia papeles físicos, archivos digitales, datos sensibles de bancos, corporaciones y organismos estatales. Su promesa es la seguridad inquebrantable. Sin embargo, su historial está marcado por una serie de incendios misteriosos y estratégicos que sugieren una operación que va más allá de la negligencia.
Historial de Incendios: El Patrón Inquietante de Siete Siniestros
A lo largo de las décadas, Iron Mountain ha registrado al menos siete incendios significativos en sus depósitos, un número que disipa la idea de la simple “coincidencia” y perfila un modus operandi peligroso:
- 1997 (Estados Unidos): Tres depósitos en Nueva Jersey ardieron en un lapso corto, con peritos atribuyendo el fuego a la acción intencional.
- 2006 (Ottawa, Canadá): Un depósito sufrió un incendio con pérdida de archivos “inactivos”, aunque los medios señalaron interrogantes sobre la relevancia de lo perdido.
- 2006 (Londres, Reino Unido): Un almacén de seis pisos fue consumido por las llamas. La investigación del London Fire Brigade concluyó que el incendio pudo ser provocado por acción humana directa y, alarmantemente, que el sistema de rociadores estaba deshabilitado.
- 2011 (Aprilia, Italia): Un gran incendio destruyó totalmente el depósito arrendado, reconocido por Iron Mountain en sus reportes a accionistas como una “pérdida total” del edificio y el contenido.
- 2014 (Buenos Aires, Argentina): El trágico incendio de Barracas. La pericia de la Policía Federal concluyó que fue intencional, hallando rastros de “sustancias combustibles” y “dispositivos colocados estratégicamente” en 12 puntos de inicio.
- 2023 (Buenos Aires, Argentina): Fuego de nuevo en el mismo depósito de Barracas, reavivando las sospechas sobre la vulnerabilidad y la sombra del encubrimiento.
- 2025 (Ezeiza, Argentina): La explosión que vuelve a afectar documentación sensible, repitiendo la cercanía geográfica con archivos de Iron Mountain.
Este historial no parece aislado. Sugiere un mecanismo repetido: depósitos con información delicada arden en momentos estratégicos, acompañados de fallas críticas en los sistemas de seguridad, resultando en la pérdida de documentación clave.
El Drama Humano y la Evidencia Quemada

El caso más trágico y vergonzoso ocurrió en Argentina. El incendio de Barracas en 2014 no solo destruyó miles de cajas, sino que se cobró la vida de diez personas: los bomberos de la Policía Federal Leonardo Day, Anahí Garnica (la primera mujer bombero de la Policía Federal), Eduardo Conesa, Damián Véliz, Maximiliano Martínez, Juan Matías Monticelli, José Luis Méndez, Sebastián Campos, y los rescatistas de Defensa Civil Pedro Barícola y Facundo Ambrosi. Ellos son las víctimas directas de un evento que la Justicia declaró intencional.
Más allá del drama humano, el fuego borró evidencia crucial:
- Argentina: La AFIP (organismo fiscal) denunció que entre los registros destruidos había pruebas vinculadas con lavado de dinero por unos USD 17,8 millones entre 2007 y 2014. La UIF (Unidad de Información Financiera) ha señalado posibles vínculos del incendio con maniobras ilícitas.
- Reino Unido: En Londres, se perdió documentación de 600 clientes, incluyendo historias clínicas de 240.000 pacientes del hospital Chelsea y Westminster.
Justicia Lenta, Encubrimiento Velado
Las reacciones estatales y judiciales han sido variadas, pero con un hilo común: la tensión y las acusaciones de encubrimiento.
En Argentina, la Justicia procesó a 18 personas, incluyendo directivos de Iron Mountain y funcionarios porteños, por “incendio culposo seguido de muerte”. Sin embargo, el proceso judicial avanza lentamente y los familiares de las víctimas reclaman que se persiga a los beneficiarios finales de la destrucción de los archivos, denunciando una protección política y judicial a las cúpulas.
La evidencia es contundente: en el caso londinense, los bomberos concluyeron que el sistema de rociadores no funcionó y la alarma alternativa estaba deshabilitada. En Argentina, se encontró intencionalidad clara. Sin embargo, los Estados no siempre han sido contundentes en la persecución de todos los responsables, facilitando que el proceso se diluya en el tiempo.
Iron Mountain no es solo una empresa más; es la guardiana de información que puede exponer delitos y proteger legados. Cuando sus depósitos se incendian, se quema algo más que papel. Los antecedentes múltiples y similares en distintas partes del mundo apuntan a un patrón deliberado donde destruir evidencia crucial parece ser parte de un juego mayor. La memoria de los bomberos muertos en 2014 es la bandera de un reclamo urgente: que el Estado argentino y la Justicia garanticen que, por fin, la verdad de lo que arde no se vuelva a quemar.
