Volver con la frente marchita, cuando irse es regresar

Por Fernando Chinellato

¿A donde nos vamos cuando no tenemos dónde ir? ¿Qué destino nos espera cuando no tenemos destino? La película india “Destino Londres” del 2023, es un poema al desarraigo, a la soledad de viajar, a buscar nuevos horizontes. Pero también a la modernidad, en donde a veces tenemos que dejar todo atrás para buscar ese nuevo todo. Irnos buscando un destino menos aciago. Una hermosa película que habla de perder y encontrase de búsquedas y destinos.

“Destino Londres” o simplemente “Dunki” nos cuenta la historia de cuatro amigos de Punjab, una región geográfica e histórica que se encuentra en el norte de la India y Pakistán. Ellos, como todo el pueblo, sueñan con ir a Inglaterra a buscar una “mejor vida” y harán todo lo que esté a su alcance para lograrlo. (Las comillas, un poco obvias, serán toleradas por quien vio/vea la película).


Hablamos de un filme gigante, no solo por su duración, sino sobre todo por su temática, su fotografía, sus actuaciones; todo acompañado de una bella música que, más allá de las complejas escalas musicales indias, conmueve.

Es una película cómica y dramática. Nos habla sobre la amistad, la lucha por cumplir nuestros sueños, sobre el desarraigo y el esfuerzo de quien busca un destino mejor.

No es noticia que la humanidad en la actualidad se enfrenta a varios y serios problemas tales como la desigualdad, el calentamiento global, las diásporas por hambre y guerras, etc. Situaciones negadas, reducidas u ocultadas por una nueva derecha global que cree en las fronteras cerradas cuando de pobres se trata, negacionistas que levantan dioses hechos de papel de dinero. El mundo está perdiendo su humanidad poco a poco y la película transita un poco esta temática.

Destino Londres está escrita y hecha en la India, por indios, pero bien podría haber sido hecha por mexicanos cruzando el río hacia Estados Unidos, latinoamericanos cruzando el tapón de Darién, venezolanos buscando mejores destinos, o africanos lanzándose al mar a la conquista de un mundo mejor.

De hecho, según una encuesta del 2017, se estima que unos 250 millones de personas en el mundo migran de su país buscando mejores condiciones de vida, número que en el año 2000 era de 200 millones.

Debido a esta diáspora sin precedentes, desde hace años se estudian los efectos psicológicos y sociales que generan tales migraciones. Autores como el antropólogo Jorge Durand o el sociólogo norteamericano Douglas Massey han estudiado los efectos psicológicos de la emigración, especialmente cuando los individuos dejan atrás a sus familias en busca de mejores condiciones económicas. Estos éxodos causan estrés, ansiedad y disociación en las relaciones familiares, algo que la película nos muestra de manera cruda.

Estas sociedades que se distancian a la fuerza es también tema recurrente del filósofo francés Edouard Glissant, quien analiza la diáspora y el exilio, en particular en el contexto de los desplazamientos forzados debido a condiciones sociales, políticas o económicas. Su obra “Poética de la Relación”, aborda cómo la migración es una experiencia que marca profundamente a los individuos, creando nuevas identidades en contacto con otras culturas, pero también con una sensación de pérdida o desconexión con el hogar y la familia.

Volviendo a la película, es claro que no deja indiferente a quien la vea, pues es una equilibrada polifonía de decisiones acertadas, hermosa fotografía, excelentes locaciones, buenas actuaciones y muy buenos monólogos. Más allá del obligatorio y particular baile de las películas indias, la película parece un poema y un abrazo para quienes tenemos gente cercana viviendo fuera. Pero también es una denuncia que deja en claro que el cine (hace unos años cooptado por los superhéroes y el artificial croma verde) todavía puede conmover con historias profundas que nos llegan hasta los huesos.

Su guion es llevado con excelencia por la dirección de Rajkumar Hirani, considerado uno de los mejores cineastas del cine indio y que suele meterse con historias fuertes y complejas.

Importante es destacar la actuación de Shahrukh Khan (Steven Zeitchik de Los Ángeles Times afirmó que Khan es «la mayor estrella de cine que nunca has oído hablar, y tal vez la mayor estrella de cine del mundo»).

Más allá de algún abuso de primer plano, un slow motion incómodo o una subtrama un poco exagerada y agarrada de los pelos que funciona como disparador para el viaje iniciático, la película como conjunto funciona y muy bien.

Destino: Londres, conmueve. Porque es un tema que como latinoamericanos nos toca de cerca. Habla de buscar algo, sin saber qué es eso que estamos necesitando. De tener que dejar todo atrás porque no podemos encontrarlo en nuestro país. Habla en definitiva de perdernos y encontrarnos que es también una forma de buscarnos.

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