
La gira del presidente Javier Milei y su ministro de Economía, Luis Caputo, por Estados Unidos tiene un objetivo claro: conseguir oxígeno financiero para una economía que ya mostró los límites de las herramientas utilizadas hasta ahora. El periplo incluyó reuniones con bancos de inversión, fondos de Wall Street y la siempre decisiva interlocución con el FMI. Sin embargo, el balance de lo obtenido hasta el momento deja más dudas que certezas.

En las últimas horas, el economista Hernán Letcher publicó un listado que desnuda la magnitud de los esfuerzos ya realizados por el gobierno libertario. Según detalla, los ingresos extraordinarios obtenidos mediante distintas vías sumaron decenas de miles de millones de dólares: el blanqueo de capitales (USD 20.631 millones), el esquema del “dólar blend” en el contado con liquidación (USD 15.124 millones), los BOPREALES (USD 10.000 millones), un repo con bancos privados (USD 3.000 millones) y el primer desembolso del FMI (USD 12.396 millones). A esto se agregan colocaciones de bonos, préstamos de organismos internacionales y la baja temporal de retenciones que disparó la liquidación récord de exportaciones.
En total, el gobierno contó con un flujo de divisas que en otro contexto podría haber significado estabilidad y alivio. Pero la crisis cambiaria y la fuga hacia el dólar paralelo demostraron que nada alcanza. El propio Letcher sintetizó la situación con crudeza: a pesar de haber contado con un arsenal de recursos, el gobierno no logró frenar la presión sobre el tipo de cambio ni calmar las expectativas inflacionarias. El resultado se tradujo en una nueva devaluación que repercutió en los precios y reavivó la incertidumbre.
La gira en EE.UU. busca precisamente mostrar que aún quedan cartas por jugar. Entre ellas, la posibilidad de profundizar la baja de retenciones hasta llevarlas a 0% y negociar con Washington un swap de monedas o algún tipo de recompra de bonos con respaldo externo. En los pasillos de Wall Street, Caputo intenta convencer a los inversores de que la Argentina mantiene un rumbo firme y que las turbulencias son apenas parte del proceso de estabilización. Milei, por su parte, redobla su apuesta política: se muestra como el garante de un cambio drástico, al estilo “terapia de shock”, con guiños ideológicos a Donald Trump y a la ortodoxia de mercado.
El problema de fondo, sin embargo, es que los dólares extraordinarios se transformaron en un recurso finito. Ya se adelantaron liquidaciones, se tomaron préstamos, se recurrió al FMI, se abrieron bonos y se captaron fondos frescos de distintos mecanismos. El margen de maniobra se achica y lo que queda es, en gran medida, deuda futura y un esquema de ajuste que golpea a la economía real. Si la gira no se traduce en un acuerdo robusto con el FMI y en un gesto de confianza de los grandes fondos internacionales, el riesgo país seguirá elevado y la presión devaluatoria volverá a encenderse.
En conclusión, la gira de Milei y Caputo por EE.UU. no es un viaje más: es un intento de salvar la hoja de ruta de un gobierno que apostó todo a la confianza externa. El dilema es que, con las reservas exhaustas y la economía en recesión, el margen para convencer a los mercados se acorta día a día.